El Daily Mirror publicó reciente que una perrita «Sessy» era agresiva hacia los seres humanos que no eran blancos.
El artículo se refiere a ella como un «perro racista», aunque en realidad se atribuye a un problema de ansiedad por miedo y a la falta de conocer a distintas personas diferentes, en una edad temprana.
Aconsejan que, si se va a comprar un cachorro o un gatito, elija a un criador que lo haya estimulado para un ambiente familiar y que si va a adoptar, la elección sería más sencilla, dado que en los centros de rescate siempre se cuidan de socializar y evaluar los niveles de confort entre los animales y las personas.
Se hace híncapie, en la importancia de que desde cachorros conozcan gente de todos los géneros, alturas, edades o raza. Este tipo de problema de comportamiento, es más por una falta de familiaridad y puede ser evitado mediante la socialización.
En el caso de «Sessy«, un psicólogo canino, poco a poco le presentó gente diferente, y ahora, ya no responde agresivamente a la gente de color.
Por lo que, ¿una mascota puede ser racista? ¡¡ No, no puede!!
Fuente:www.mirror.co.uk